martes, 19 de noviembre de 2013

Cultura, y calidad de vida



Por el masivo apoyo que la población de San Pedro de Macorís, dio a la recién concluida Feria del Libro, celebrada en nuestro Macorís del Mar, debe constituir más que un indicador positivo que nuestra ciudad otrora meca de la cultura nacional por encima de todas las demás ciudades del país, ha enviado un mensaje claro de que tiene interés en recuperar el terreno perdido, por lo que debemos retomar el fomento de la lectura y proliferar las reinstalaciones de bibliotecas barriales, que muy bien pudieran ser manejadas por las juntas de vecinos, esto así por la incidencia que han tomado estos organismos en sus sectores. 

La lectura como modo de culturizar a la ciudadanía tiene un efecto multiplicador, que se traduce en mejor sociedad, disminución de la delincuencia, mejores ciudadanos, y por ende una mejor calidad de vida para el individuo mismo y los demás seres que viven a su alrededor, pues se crea conciencia y capacidad para discernir entre lo malo, lo regular y lo mejor, en la medida que promovamos la lectura en ese mismo orden iremos formando una mejor sociedad para el presente y el futuro de la nación.

La calidad de vida que se concibe como una expresión concreta de la dignidad humana que permite superar el relativismo en la discusión bioética sobre la diversidad tiene su base precisamente en lo cultural y los límites de una concepción universal de los derechos humanos. Después de hacer referencia al proceso mediante el cual las nociones cristianas de dignidad humana y de derecho natural fueron secularizadas, se hacen examen que establecen la relación que hay entre libertad, calidad de vida y capacidades humanas, todo basado en la cultura de los pueblos.

De la dignidad humana

La conciencia religiosa ha debido responder en el mundo moderno a los desafíos que representan el pluralismo religioso y el avance de las ciencias modernas, pero también a la consagración del derecho y de la moral profana en la sociedad. En este sentido, los ciudadanos creyentes como todos aquellos que están sujetos a doctrinas fúndanles han debido tomar nuevas actitudes epistémicas que les han habilitado para poner reflexivamente en auto la relación a sus concepciones religiosas con otras doctrinas soteriológicas, sus comprensiones dogmáticas de fe con el saber secular y sus visiones comprensivas del mundo con el igualitarismo individual propuesto por la moral profana y por el derecho, conforme la diversidad de las culturas de los pueblos.

En la modernidad, las nuevas actitudes cognitivas son fruto de un aprendizaje mutuo entre la mentalidad laica y la mentalidad religiosa. Éste es un trabajo de auto reflexión interpretativa que ha de emprenderse desde el auto percepción religiosa en la filosofía y en la teología, mientras la modernización de la conciencia religiosa es tarea de la teología, la concientización secular de hallarse en una sociedad post-secular corresponde a un esfuerzo filosófico post-metafísico. En esta reflexión filosófica algunos han trazado límites entre creer y saber, para no hacer juicios a propósito de verdades religiosas, mientras otros al advertir insuficiencia han reconocido un lugar relevante a las doctrinas religiosas en la genealogía de la razón moderna, que en síntesis no es más que la fusión de culturas.

Calidad de vida

Organización Mundial de la Salud en su grupo estudio de Calidad de Vida la ha definido como "la percepción de un individuo de su situación de vida, puesto en su contexto de su cultura y sistemas de valores, en relación a sus objetivos, expectativas, estándares y preocupaciones”. Es un concepto amplio que se ha operacionalizado en áreas o dominios la salud física, el estado psicológico, el nivel de independencia, las relaciones sociales, las creencias personales y su relación con las características más destacadas del medio ambiente.

Es un concepto utilizado para evaluar el bienestar social general de individuos y sociedades por sí mismas, es decir, informalmente la calidad de vida es el grado en que los individuos o sociedades tienen altos valores en los índices de bienestar social. El término se utiliza en una generalidad de contextos, tales como sociología, ciencias políticas, medicina, estudios del desarrollo, etc. No debe ser confundido con el concepto estándar o nivel de vida, que se basa primariamente en ingresos.

Los indicadores de calidad de vida incluyen no solo elementos de riqueza y empleo sino también de entorno físico y arquitectónico, salud física y mental, educación, ocio y pertenencia a grupos, pero hay muchas veces que en la calidad de vida influyen males que no son habituales.

Un indicador comúnmente usado para medir la calidad de vida es el Índice de Desarrollo Humano (IDH), establecido por las Naciones Unidas para medir el grado de desarrollo de los países a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que destaca a los países con el IDH más alto a Nueva Zelanda, Noruega, Australia, Suecia, Canadá y Japón.

La producción industrial y el crecimiento económico eran, en el pasado, los únicos elementos considerados en el nivel de desarrollo de un país. Aunque esta perspectiva dejaba de lado otros aspectos no tan directamente materiales, aspectos importantes para la medición del desarrollo, como el acceso a la vivienda, a una buena alimentación y a la cultura y las artes, entre otros.

Más allá de la visión instrumental de la acción, que sólo se atiene a la adecuación entre medios, hay que recordar que la educación debe ser liberadora no domesticadora, un pueblo educado, con un grado de cultura razonable, es garantía de una sociedad de avance. ¡Oh, magnífica libertad! que da el saber es no ser ignorante, es estar al tanto y eso es cultura.