SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La tecnología móvil ha sido la
protagonista del mayor crecimiento en las últimas dos décadas, un sector que
presenta un movimiento económico de miles de millones de dólares cada año.
Sin embargo, este desarrollo también ha propiciado el crecimiento
de la preocupación sobre el posible impacto a la salud de esta tecnología y las emisiones de radiofrecuencia.
La proliferación de las antenas transmisoras de radiofrecuencia (también denominado espectro de
radiofrecuencia) en los
últimos años ha despertado el temor de la gente en lo referente a su
vinculación a enfermedades como el cáncer, una enfermedad que ha ido en aumento, llegando a casi 14,5 millones en
2014, con una previsión de incrementar a cerca de 19 millones para 2024, según datos publicados por el Instituto Nacional del Cáncer.
Las
transmisiones de televisión, radio y radar se encuentran dentro de esta clase de
emisiones de radiofrecuencia, equipos tecnológicos que se pueden
encontrar en cualquier hogar.
Esto, sumado al auge de los celulares y la red inalámbrica (wireless network), ha azuzado el temor en la población de que la radiación que emiten
estos equipos pueda estar vinculada al incremento de los casos de cáncer.
El temor no ha sido accidental. En enero de 1993, el famoso
presentador de televisión Larry King invitó a su programa a David Reynard, un joven residente en el estado de Florida que afirmaba que la
radiación emitida por teléfonos móviles provocó o aceleró el crecimiento de un
tumor cerebral en su esposa, Susan Elen Reynard.
Se trataba de un raro tipo de cáncer cerebral – astrocitoma maligno –, que se presenta en cerca deseis mil adultos en Estados Unidos cada año.
FCC: algunos
estudios han demostrado que los aparatos inalámbricos podrían interferir con
los aparatos de marcapasos cardiacos implantados, si se usan a una distancia de
ocho pulgadas del marcapasos. Los usuarios de marcapasos deben evitar acercar
demasiado los aparatos celulares a sus marcapasos.
Aunque no tenía pruebas de su acusación, la declaración de Reynard en el programa de Larry King y su posterior demanda en contra de
una de las compañías
prestadoras de servicios – GTE Mobilnet – puso sobre el tapete la posibilidad de una relación entre la
exposición a la radiofrecuencia de antenas móvil y la
enfermedad.
A pesar de que la demanda de David Reynard fue
rechazada en los tribunales en 1995, debido a la poca información respecto a la
vinculación entre el cáncer y la radiación de telefonía móvil, la idea de la relación corrió a todo galope, preservándose casi intacta hasta la
fecha. Una afirmación que hasta la fecha continúa siendo
objeto de debate en la comunidad científica.
“Hay muchos
estudios que son contradictorios y no aportan evidencias”, explica el técnico de Salud Ambiental
del Ministerio de Salud Pública, Bruno Calderón, en referencia a la influencia
de la radiación de antenas.
“Pero hay una
evidencia bien clara y es que las radiaciones no ionizantes no producen cáncer”, agrega.
Las radiaciones
no ionizantes son ondas electromagnéticas cuyas
frecuencias se extienden desde 0 Hz hasta los 3 x 1015 Hz, sin que lleguen a poseer la suficiente energía como para romper los enlaces atómicos.
Dentro de estas ondas, se incluyen los campos electromagnéticos
que producen los cables eléctricos, los microondas, las radiaciones ultravioletas,
las infrarrojas, las que producen los teléfonos celulares y las
antenas de radiofrecuencia.
El doctor Calderón explica que en el ser humano, la fuerza de ese rayo de radiación no
afecta la estructura del átomo de la célula, por lo tanto no dispara y cambia
electrones que puedan cambiar la configuración de esos genes y convertirlos en
cancerígenos, distinto a la radiación ionizante (rayos
X o rayos gamma), que sí pueden
traspasar su energía a las moléculas que componen el cuerpo humano, lo que podría significar un daño importante, de interactuar con moléculas de ADN.
Lo que dice la OMS
El impacto de las estaciones bases y teléfonos móviles, así como
la preocupación de las personas respecto al impacto en la salud no es un tema
desconocido para la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ya desde el
2006, se encaminaba a esclarecer estas inquietudes.
Un artículo dado a conocer por la entidad en 2006 indica que en
relación con las antenas de las estaciones de base y de las redes locales
inalámbricas, hasta esa fecha, el único efecto de los campos de radiofrecuencia (RF) en la salud que se ha señalado en los
estudios científicos se refería al aumento de la temperatura corporal (mayor a 1 grado Celsius) por la exposición a una intensidad de
campo muy elevada que sólo se produce en determinadas instalaciones
industriales, como los calentadores de radiofrecuencia.
La publicación sostiene que
“los niveles de exposición a RF de las estaciones de base y las redes
inalámbricas son tan bajos que los aumentos de temperatura son insignificantes
y no afectan a la salud de las personas”.
Esto, según el organismo, se debe a que la potencia de los campos
de RF alcanza su grado máximo en el origen y disminuye rápidamente con la
distancia.
La OMS también se refiere a la “percepción” de las personas que
versa sobre la proximidad de las antenas base y su vinculación al cáncer.
Indica que desde el punto de vista geográfico, el cáncer se distribuye de forma
irregular en cualquier población, por lo que “dada la presencia generalizada de estaciones de base en
el entorno, pueden producirse conglomerados de casos de cáncer cerca de
estaciones de base simplemente por casualidad”.
Además, señala, los casos de cáncer notificados en esos
conglomerados suelen ser de diversos tipos, sin características comunes, por lo que no es probable que se deban a
una misma causa.
La organización también se refirió a pruebas científicas sobre la
distribución de los casos de cáncer entre la población mediante estudios
epidemiológicos. Indica que en los últimos 15 años, se han publicado estudios en los que se examinaba
la posible relación entre los transmisores de RF y el cáncer, sin que se hayan
encontrado pruebas de que la exposición de esos campos de radiofrecuencia de
los transmisores aumente el riesgo de cáncer.
De igual forma, expresa que esos estudios tampoco han determinado
que la exposición a largo plazo en animales a la
radiofrecuencia de los transmisores aumente el riesgo de cáncer, incluso en niveles
muy superiores a los que producen las estaciones de base y las redes
inalámbricas.
Por otra parte, indica que se han realizado pocos estudios para
determinar los efectos generales en la salud humana de la exposición a campos deradiofrecuencia de las estaciones de base, esto dada la
dificultad para distinguir los posibles efectos en la salud de las señales que emiten
las estaciones de base de otras señales de RF de mayor potencia existentes en
el entorno.
“De todos los datos acumulados hasta el momento, ninguno ha
demostrado que las señales de RF producidas por las estaciones de base tengan
efectos adversos a corto o largo plazo en la salud”, detalla el informe
publicado por la Organización Mundial de la Salud en 2006.
Bajo la norma
Bruno Calderón.
Pese a esto, las advertencias sobre los posibles efectos causados
por la exposición a radiaciones no ionizantes, como las que emiten los
transmisores de radiofrecuencia, pueden ser encontradas a lo largo y ancho de
la web.
Bruno Calderón, del Departamento de Salud Ambiental, destaca que los países han definido niveles permisibles de radiaciones no ionizantes y que no afectan la salud de la gente.
Sin embargo, esto no elimina la posibilidad de que la radiación
pueda tener un impacto en las personas, aunque esto se ve afectado por la intensidad de la energía, el tiempo
de exposición y la susceptibilidad de cada quien.
Indica que esos estímulos de las radiaciones no ionizantes, pueden
alterar el flujo de las actividades eléctricas de las personas.
“Son planteamientos de que podrían alterar el ritmo cardíaco u
algunas funciones cerebrales, pero es importante los elementos de tiempo,
intensidad y susceptibilidad de las personas”, dice.
De su lado, Óscar Melgen, gerente técnico de Indotel, afirma que
la población puede sentirse segura respecto a la emisión de las antenas de
radiofrecuencia, ya que estas se encuentran por
debajo de lo establecido.
Esto, según el experto, se suma al bajo impacto en la salud que se
desprende de las radiaciones no ionizantes que emiten estas antenas.
Señala que desde el ente regulador, se mantienen en constante
vigilancia de las radiodifusoras, realizando descensos en los lugares en los
que han sido instaladas, atendiendo además, las solicitudes de supervisión de
los ciudadanos que así lo requieran.
Mas, Melgen advierte – de manera preventiva – sobre la exposición
a la radiación no ionizante como la que emiten equipos como los teléfonos móviles,
dado que si bien no existen estudios que afirmen que esta radiación es nociva
para la salud, es aceptable cierto nivel de precaución, en especial por su tipo
de uso y proximidad al cuerpo humano.
El gerente técnico de Indotel subraya que estas recomendaciones se
desprenden de la La Comisión Federal de Comunicaciones (Federal Communications
Commission o FCC), una agencia estatal independiente de
Norteamericana, bajo responsabilidad directa del Congreso de Estados Unidos.
Esta agencia recomienda el uso del altavoz o de audífonos para
reducir la proximidad del aparato a su cabeza, aumentar la distancia entre los aparatos
inalámbricos y el cuerpo y emplear la mensajería de textos en lugar de llamadas
de voz.
Sin embargo, Óscar Melgen reitera que la población no debe tener
temor. Alega que las antenas proveen comunicaciones que contribuyen al
desarrollo y que estando debidamente protegidos, no deberían causar problemas a
la salud de los usuarios.
Resalta que mientras más antenas celulares existan, mejor será para
la salud de las personas, esto debido a que de esta forma, se reduciría
considerablemente la cantidad de potencia que ejercen los móviles para
conectarse con las antenas, por lo cual se reduciría la exposición directa de
la radiación que emiten.
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