jueves, 18 de agosto de 2022

El rescate de la estabilidad económica postcrisis



Por Lic. Julio César Concepción Rodríguez, MBA

Para hacer frente a los desafíos impuestos por las crisis que ocupa la economía global, será necesaria la cooperación mundial. Lo bueno es que la dinámica de crecimiento ha seguido ganando fuerza tal como se observa  en la economía mundial. Pero, aún persisten señales de   nubes grises en el horizonte. Es el caso que preocupa por las progresivas tensiones comerciales, el aumento de la volatilidad que han experimentado los mercados financieros en los últimos tiempos y la mayor incertidumbre sobre la geografía económica y social (geopolítica).

Por otra parte los commodity andan en burbuja flotante en franco descontrol en dirección donde las lleve el viento, sin reflexionar sobre los funestos estragos que causan a la economía global en ocasión de la pandemia y, fortalecida por el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia. En respuesta a la crisis financiera, económica global y básicamente sanitaria. Los gobiernos han adoptado medidas para prevenir la pérdida de empleos y reforzar las competencias. En alusión a esas acciones de los gobiernos, con el fin de mermar  el lesivo impacto económico y social de la crisis y fomentar el empleo, los ingresos de las familias y el crecimiento económico, y reducir la pobreza. Fomentar el desarrollo humano la protección social y el trabajo que se centra en la promoción de la capacidad de recuperación, la equidad y las oportunidades para los sectores más vulnerables y las personas más pobres.


Una intervención considerable del Estado, es fundamental frente a la situación actual, mitigar los efectos de la crisis. La mayoría de los países afectados, todos no sólo se han avocados a adoptar medidas fiscales y monetarias expansionistas para estimular la economía, sino que también han intervenido de manera directa para brindar una forma de protección ante la dificultad o crear empleos, mantener las competencias y facilitar la correspondencia entre las personas que andan a la caza de trabajo y los empleadores, y proteger los ingresos de los desempleados y de los grupos más deprimidos.


El diálogo social busca respuestas políticas. Hasta qué punto los países estaban preparados para responder a una crisis de múltiple magnitud: económica, sanitaria, social, emocional y hasta existencial. Con la aparición de la pandemia, quedó al descubierto que la mayoría de los países, no poseían un sistema de seguridad social eficaz, haciendo que durante la crisis brotaran todas las grandes debilidades del sistema. Incluyendo, además, las debilidades existentes en la cobertura de los programas, que son sistemáticamente  deficientes e injustas.


Las políticas del incremento y la extensión del nivel de duración de los subsidios de desempleo, han sido muy útiles, pero en algunos casos, es probable que hayan beneficiado en mayor magnitud a los trabajadores del sector formal. Pero existen muchas lecciones en lo que se refiere a cómo mejorar su aplicación y reformular sobre el sector informal. Las repercusiones de la crisis para los trabajadores y los efectos en los mercados de trabajo. Lo recomendable debería ser que los órganos rectores se concentren en mejorar la coordinación entre las políticas macro y sectoriales, con enfoque de extender la cobertura de seguridad social al universo de los trabajadores, reconsiderar la elaboración de programas activos del mercado de trabajo incluyendo aquellos dirigidos a estimular la demanda laboral, invertir en los sistemas de información, más oportuno aún, que hay en carpeta la intención de una modificación al código de trabajo, promover el diálogo social e incrementar la supervisión para evitar violaciones de los derechos en el trabajo.


La participación del sector privado es de suma importancia especialmente los bancos en la solución de las crisis, en parte para ayudar a resistir los problemas de balanza de pagos ofreciendo asistencia financiera temporal. Como las devaluaciones excesivas o la imposición de barreras al comercio, que tuvieran consecuencias innecesariamente perjudiciales para ellos mismos. Pero ahora que los problemas de balanza de pagos se manifiestan en ocasiones como forma de salidas considerables y repentinas de capital, podrían hacer falta recursos mucho más cuantiosos para ayudar a superar los problemas. Por este motivo está ahora primado el papel que puede desempeñar el sector privado para ayudar a resolver las crisis.


El volumen de recursos externos que necesita atraer el país para mantener un nivel razonable de actividad económica será muy esencial para conservar un equilibrio de la balanza de pagos en cuenta corriente, es decir, el dinero que en principio se puede necesitar para las compras de importaciones menos los ingresos en divisas que obtendría de las exportaciones, que la suficiencia de las reservas del país en divisas se mida por el número de meses de posibles importaciones que podrían pagar.


Hay Medidas que deben ser adoptadas con carácter de inmediatez durante el proceso de superar la crisis. Permítanme recordar las medidas principales que los bancos centrales y los gobiernos deberán adoptar durante la crisis, agrupándolas en cuatro categorías:

Ajustes a la política monetaria, 

La estrategia de apoyo al crédito,

Ajustes a la política fiscal, y

Medidas de apoyo al sistema financiero.


En el ámbito de la política monetaria, desde el inicio de la crisis con su crudeza implacable. Las lecciones y los desafíos para el futuro, demandan de una significativa reforma de la arquitectura financiera internacional. La crisis que comenzó con el covid-19 se ha convertido en el corto tiempo en una de las más funestas económica y socialmente costosas de las experimentadas en el mundo en mucho tiempo. Incluyendo la del 1929. Si queremos minimizar el riesgo de que se repita en el futuro, estamos obligados a extraer todas las lecciones que la crisis nos ha enseñado a su paso.

No es posible. No hay retorno al status quo. Cuando consideramos la gravedad del costo económico y social de la crisis y la cantidad de recursos públicos empleados para reactivar los diferentes sectores de generación de riqueza, todos deberíamos aceptar el principio de que, sencillamente, no podemos volver al mundo de antes de la crisis. Las autoridades públicas como las instituciones en sentido general tienen una responsabilidad colectiva para corregir con sentido crítico  las debilidades de los marcos de regulación y de supervisión a la brevedad.

Por eso la osadía de hacer referencia a el auténtico legado del New Deal (literalmente en español: «Nuevo trato»), fue el nombre con que bautizo el presidente de los Estados Unidos, de entonces Franklin D. Roosevelt a su política intervencionista puesta en marcha con el objetivo de revolucionar las expectativas para luchar contra los efectos de la Gran Depresión en Estados Unidos. Entre los años 1933 y 1938 con el objetivo de sostener a las capas más pobres de la población, reformar los mercados financieros y revitalizar una economía golpeada desde la caída repentina e intensa de los mercados financieros de 1929 por el desempleo y las quiebras en cadena. Los resultados económicos fueron moderados, pero la situación mejoró.

Gran parte de las inversiones del New Deal procedían de los impuestos, ya que, de otro modo, el gobierno tendría que haber aceptado un déficit presupuestario. Esto significaba que una parte del dinero destinado a pagar el sueldo de los nuevos empleados se deducía del salario del que disfrutaba de un empleo. Esto comprueba que Roosevelt desconocía de fondo las medidas recomendadas por Keynes ya que este indicaba que el aumento de gasto, y, en consecuencia, del déficit era algo positivo en épocas de crisis. Habrá que tomar algunos ejemplos del contenido histórico del (New Deal), considerando claro está la diferencia de la época y que las necesidades de la humanidad hoy son muy distintas.


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