Por: Julio César Concepción Rodríguez, MBA.
Qué tal si le damos riendas sueltas al sentimiento de la osadía y nos arriesgamos a romper el paradigma de la definición universal de sociedad y la dividimos en solo dos grandes grupos. Sociedad Civil y Sociedad Industrial. Con el mero propósito de tratar los aportes o daños que estas ocasionan al ecosistema del medioambiente. Considerando que aceptemos la idea. Definiremos la sociedad civil como aquella compuesta por conjunto de personas un tipo particular de agrupación de individuos que se produce tanto entre los humanos como entre algunos animales que se relacionan entre sí, de acuerdo a unas determinadas reglas de organización jurídicas y consuetudinarias, y que comparten una misma cultura o civilización en un espacio o un tiempo determinados.
La nueva sociedad industrial se forma principalmente en dos (2) grupos: la burguesía, clase social dueña de las fábricas y las máquinas, y los obreros, personas que, a cambio de un salario o un sueldo, conforman el grupo de clientes internos que trabajaban en las fábricas. Esta sociedad hace referencia a sociedades que cuentan con una estructura social moderna. Nacen con la Revolución Industrial, tras la industrialización de occidente, que concluye en el siglo XX. Por tanto, son sociedades basadas en una estructura social moderna. Dentro de la urbe, existe una relación entre los sujetos y el entorno, ambos realizan actividades en común y esto es lo que les otorga una identidad propia. Entre sus características principales, siempre está anteponer en primer orden la máxima producción como una organización de trabajo, la fábrica y la máquina que reemplaza la mano de obra humana, innovaciones tecnológicas que dan lugar a una producción en masa con abaratamiento de los costos, mayor productividad y por ende el aumento de beneficios.
La gobernanza ambiental es clave para alcanzar el desarrollo sostenible, a nivel nacional, regional y global. Por ello, los procesos de toma de decisiones y el trabajo de las instituciones deben seguir métodos de información que sean coherentes, unificados e integrales y, al mismo tiempo, deben apoyarse en marcos normativos adecuados que faciliten estos procesos. Aprovechar el apoyo de la ONU Ambiente en los procesos nacionales y regionales de toma de decisiones para la gobernanza ambiental, que constituye una contribución al fortalecimiento de las capacidades para implementar acuerdos internacionales ambientales a nivel nacional a través de medidas legales e institucionales apropiadas, y que promueven con un alto grado de efectividad en la integración para la sostenibilidad ambiental en el desarrollo a todos los niveles.
Los efectos que tiene la sociedad sobre el medio ambiente son evidentes y, en los últimos años, consumimos y producimos cada vez más residuos, que generan impactos ambientales que están destruyendo los recursos del planeta o que resultan perjudiciales en gran escala para los organismos vivos.
En este escenario la ecología verde, sugiere de una sociedad responsable con la naturaleza y el medio ambiente, es decir que creemos que conseguir un planeta sostenible implica que para eso debemos aprender a optimizar los recursos tanto de forma individual, como en todos nuestros ámbitos de desempeño y accionar, etc. La ecología como ciencia resulta ser sumamente importante, en el estudio de la relación de los seres vivos con su medio ambiente. El consumo de la sociedad actual, está perjudicando al medio ambiente, pues porque los hábitos de consumo han cambiado notablemente a lo largo de los últimas treinta (30) años. Una de las dificultades más palpables del cambio en los hábitos de consumo es que se generan cada vez más residuos, contaminante y, a veces, de difícil reutilización, que en la mayoría de los casos acaban con el medio ambiente, afectando directamente la salubridad de las especies que en él habitan, así como la sostenibilidad del ecosistema.
Además, la complicación de la obsolescencia de muchos bienes antiguos, nos vemos obligados a sustituirlos por nuevos, como es el caso de los dispositivos electrónicos o los electrodomésticos, producto del inmensurable avance del desarrollo tecnológico, que produce recurrentemente una gran cantidad. Un inconveniente también muy importante es el de los medios de transporte y los combustibles fósiles que se utilizan para generar energía, producción en sentido general y abastecer la cadena de distribución de alimentos, servicios etc., y estos producen grandes cantidades de contaminantes. Nos convierten en deudor ecológico. Y todo esto, ocurre en un planeta lleno de desigualdades sociales. Hace unos años razonables, cuando no existía el exceso de abundancia de productos, se era más prudente con la conservación de los bienes que se tenían, mientras que hoy en día desecharlos es una realidad muy diferente.
Desde la revolución industrial y la crecida de la cantidad de vehículos en circulación a nivel global, son efectos que han estimulado el incremento de la emisión de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, el óxido nitroso, el metano y otros compuestos órgano clorados. Estos elementos inducen a la retención de calor dentro de la atmósfera y afectan a la capa de ozono en las zonas altas de la atmósfera. Como resultado, es a lo que se le atribuye el sobrecalentamiento del planeta que desemboca en un cambio climático a nivel global y en sus temidas consecuencias. De ahí la aseveración de los especialistas ecológicos de que la huella ecológica en el planeta se ha aumentado en más del doble en los últimos cincuenta años. Afectando principalmente a procesos como el cambio climático, el ciclo del nitrógeno y por ende acelera la pérdida de la biodiversidad.
Los impactos ambientales negativos de la sociedad actual también tienen efectos sobre la biodiversidad de nuestro planeta, afectando a la supervivencia de los seres vivos que se desarrollan en estos entornos. En este sentido, factores como el clima, fertilidad de los suelos, temperaturas o precipitaciones son principios ecológicos que influyen en la distribución de las poblaciones vegetales y animales en la Tierra. La sociedad y sus diferentes actividades llevan a importantes variaciones en estos factores y como consecuencia ponen a ciertas especies al límite de la extinción o llevan a la extinción de las especies por completo. Además de la contaminación ambiental, las actividades humanas diarias llevan a otros tipos de contaminación menos conocidas, pero que también constituyen una amenaza para las especies, como son la contaminación lumínica, electromagnética o sonora y que hacen que las especies modifiquen sus hábitos alimentarios, migraciones, comportamientos o patrones reproductivos.
Fuentes: Diversas.
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